jueves, 24 de junio de 2010

De restaurantes y vida eterna

Blato del día:Blatella germanica en su salsa

Era una seca tarde de invierno en que me encontraba sentado leyendo un antiguo libro sobre zoología al borde de la escalera caracol de la que entonces era mi casa. Escalera que recuerdo especialmente porque me daba la impresión de no ser muy estable y por el hecho de que aún conservo el movimiento mecánico de no pisar el decimoprimer escalón flojo de cualquier escalera. Escalón flojo inexistente, quiero suponer, al menos en el 97% de las escaleras foráneas.
Pero el tema que intento tratar se centra en el libro, de tapa derruída, hojas amarillentas y olor a humedad, imperfecciones referidas a su longevidad que no podían esconder la elucidacion a través de palabras y grabados que mostraban disecciones de varios animales. Todo esto llamaban mi atención, especialmente la de animales hoy extintos al aventurarse por el agujero de la capa de ozono y olvidarse del patente sincretismo "Vida-O2", "Muchos hijos-Pocos dientes", "Señor Barriga-Renta", etc.
El caso que más llamó mi atención entre todos los expuestos era el de las cucarachas y su capacidad de sobrevivir varios días a la remoción de la cabeza. Lo más parecido a la vida eterna que conocía en ese momento y fue un tema con el que nunca pude llegar a comprender lo que mis amigos tanto anhelaban, es decir puedo seguir viviendo sin mi cabeza, pero soportar una eternidad de hambre, sed y que no me den besitos?
Mi respuesta era, es y seguirá siendo "No gracias, prefiero dejar un cadáver gordo y joven" -A menos que alguien se presente con una buena suma-

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